viernes, 2 de marzo de 2018

Citas: Huellas y manchas - Jordi Sierra i Fabra

"A veces la oía gemir de noche.
Y llorar.
Cuando estaban juntas era incapaz de verter una sola lágrima o  quejarse. Se tragaba el dolor como las pastillas".

"Y al mismo tiempo necesitaba caminar despacio, sentir el amparo de sus amigas, recordar que el mundo seguía funcionando y que, pasara lo que pasara, seguiría  haciéndolo".

"Regresó a la puerta del vestíbulo y la empujó con el hombro. Era una puerta antigua, pesada, como correspondía a una casa añeja con cien años de historia. A veces se preguntaba por toda la gente que había vivido allí, piso a piso. Cuantos sueños, ilusiones, pasiones, niños nacidos y ancianos muertos, parejas amándose y parejas peleándose, alegrías y tragedias. Pero nadie llevaba un registro de las casas viejas ni de sus historias. Los muros no hablaban".

"—La vida tiene estas cosas —hablaba ahora más para sí misma que para ella su vecina—. Es injusta, y no se puede hacer nada. Dios te lo da y Dios te lo quita.
Cecilia se sintió furiosa.
—Dios no da ni quita nada.
—¡No digas esas cosas! —se escandalizó la mujer.
—Mi madre tiene cáncer y se muere —se lo dijo con toda naturalidad—. mañana veinte personas según las estadísticas de cada fin de semana se matarán en la carretera, unas por culpa suya y otras por culpa de otros. Así que no me hable de Dios, ni de dar o quitar".

"Al otro lado de la ventana, por contra, la vida seguía, y por las calles las personas sí se movían en tiempo real, es decir, aceleradas. Nadie miraba aquellas paredes. Nadie le prestaba atención al dolor ajeno".

"Ella notó como él aspiraba el aroma de su cuerpo, cómo se estremecía, y cómo su nariz se hundía en su mata de pelo negro hasta casi fundirse en su infinito. Fue algo más que una descarga de sentimientos. Fue una entrega".

"—¿Por qué eres tan terca?
—Marca de fábrica.
—¿Y por qué eres tan individualista? ¿También eso es marca de fábrica?
—No lo sé —admitió—. Ya sabes que hay una mitad de mí que es desconocida".

"Se decía que eran los hijos los que debían ver morir a los padres, no al revés, que eso era contranatura".

"—Cinco minutos.
—Te he dicho que lo intentaré, Juancho.
Hubo un silencio grave al otro lado de la línea. Ella misma se dio cuenta, demasiado tarde, de lo seco de sus palabras, el tono, la forma. Se mordió el labio inferior y quiso arreglarlo, pero el chico se le adelantó.
—A veces creo que me apartas.
—No es cierto.
—Sabes que sí.
—No sé qué habría hecho sin ti —fue sincera.
—Sentirte más rabiosa, como tu madre, y culpar al mundo entero de lo que te sucede".

"—Juancho...
—¿Sí?
—¿Por qué estás enamorado de mí?
—¿Quieres la respuesta fisiológica o la normal? Es decir, ¿quieres que te hable de todo eso de las feromonas y las reacciones físicas y químicas o del impulso humano puro y natural que hace que la gente se empareje por empatía, amor...?
—Eres un cielo —reconoció sonriendo".

"El chico la miró asombrado.
—Vaya —dijo—. Hola.
Cecilia no perdió ni un segundo.
—Escucha —se puso frente a él—. Te necesito.
—¿Me... necesitas? —pareció no entenderlo".

"No supo si abrazarlo o pedirle simplemente perdón.
—Tú eres el genio informático —se limitó a decir.
—Y tú me recuerdas a la Cecilia divertida y llena de energía con la que salía.
La sonrisa de Emilio era un canto celestial. Cuando eran novios quería comérsela a besos".

"La mirada de Emilio era lúcida. La de ella tenía un halo invisible. 
El chico no se dio cuenta. Cecilia tuvo que contenerse una vez más.
Deseaba abrazarle, sentirle.
Había tantas clases de amor...".

"Nadie valora lo que tiene hasta que lo pierde".

"—¿Y habéis hablado... o dicho algo de lo vuestro...?
—No, aunque cuando estoy con él... —sonrió con ternura—, es como si el tiempo desapareciera.
—¿Lo ves?
—No se trata de amor, Rocío —quiso dejarlo claro—. ¡Y le quiero, sí, pero ya no como antes! Hay un sentimiento profundo, al menos por mi parte. Una sensación de paz...".

"—Con todo lo de tu madre es normal que no te permitas ser feliz.
—¿Quieres decir que me castigo?
—No, pero cuando se nos muere alguien cercano sentimos algo parecido a la culpa.— ¿Quién se te ha muerto a ti?
—Lo veo a diario en el hospital —Juancho hizo un gesto ambiguo—. A veces no sé si la gente llora por el que se va o si lo hace por la soledad propia, porque la ausencia es dura de sobrellevar. El que se va ya no siente nada, pero el que se queda...".

"A veces la vida era absurda.
¿O excitante?".

"Costaba imaginarse a unos padres amándose, pero aún más costaba imaginarse a los abuelos.
Y pensó que eso era el amor.
La compañía a través del tiempo".

"—(...) La vida es algo increíble.
—Es la verdad.
—Ni lo digas ni te deprimas, ni culpes al mundo de tu mala suerte ni de lo que me pase a mí, ¿de acuerdo? La vida es precisamente eso.
—Pues vaya mierda".

"—Puedo buscarte un psicólogo.
—No.
—Cecilia...
—¿Para qué quiero un loquero, para que certifique el tema?
—Necesitas llorar.
—Ya lloro.
—Y sacar fuera toda la mierda, porque esto te afectará el resto de la vida.
—No iré a ningún psicólogo ni psiquiatra ni nada que se le parezca —se mantuvo firme.— Puedo recomendarte a un amigo. No te cobrará.
—No.
—¡Ve a verle una sola vez!
—¡No!
—¡Maldita sea! ¿Por qué son tan cabezotas todas las adolescentes? ¿Qué se creen, que son de hierro?
—¿Quiere que llore? —aparecieron dos enormes perlas en sus ojos—. ¡Ya lloro!
¿Quiere que llore más? ¡Puedo hacerlo! —las perlas resbalaron por sus mejillas como torrentes desatados, hasta llegar a la barbilla, desde donde despegaron hacia la nada—. ¡Joder!, ¿vale? ¡Ya lloro!".

"«Te quiero. No me preguntes por qué. Te quiero. Al tocarte mis dedos tiemblan, mis ojos se nublan, mis sentidos se emborrachan. Cada beso es un cometa que atrapamos en el espacio sin límite de nuestra dimensión. Cada palabra nos une. Cada caricia nos despierta. Quiero que el calor de tu cuerpo sea mi refugio, y que me necesites. Quiero que los años nos hagan más y más fuertes, y que me necesites. Quiero que el tiempo nos arrope hasta el infinito, y que me necesites. 
Porque yo te necesito a ti, mi amor, y eres todo lo que tengo»".

"—Tenía que haber confiado en ti —se rindió al fin.
—Sí —dijo la chica en lo que tal vez fuera su único reproche.
—Es que no sabía...
—Dijiste que me educaste para ser fuerte, mamá.
—Ya, pero a veces las cosas no son tan fáciles.
—¿No decías tú que somos las personas las que las complicamos, porque la vida en el fondo es muy sencilla?
—De padres a hijos, y de hijos a padres, siempre han habido abismos.
—¿Por qué?
—Miedo, estupidez... A los padres nos cuesta aceptar que han crecido y ya vuelan solos, que no depende de nosotros, y que hemos de tratarlos como a personas cuando hace dos días eran unos críos a los que todavía educábamos o dábamos una buena palmada en el culo. Además, nos da vergüenza mostrarnos débiles y que nos juzguen, cosa que un hijo nunca debe de hacer porque por lo general es más lo que ignora que lo que sabe. Y a los jóvenes se los hace duro aceptar que somos personas normales y corrientes, que peleamos por daros lo mejor aunque casi siempre nos equivoquemos. No se fían de nuestra experiencia. Recelan de la edad. 
Se sienten fuertes e indestructibles. De ahí los abismos. Hagamos lo que hagamos, siempre hacemos algo mal. Y tarde o temprano nos lo echáis en cara. A eso se le suele llamar «conflicto generacional». Por eso la mayoría de padres callan sus secretos, para no mostrarse vulnerables, para no perder poder, para que sus hijos sigan creyendo en ellos mientras puedan".

"—¿De verdad no pudiste volver a enamorarte?
—No, no pude.
Cecilia dejó de apoyarse en su regazo, abandonó el abrazo y se enfrentó a sus ojos.
—¿Lo intentaste?
—Cariño... eso no se intenta. Sale o no sale. El amor es un don. 
Puedes desear amar, entregarte, incluso buscar. Pero si no aparece por sí mismo...".

"—¿Fuiste feliz?
La mujer forzó una sonrisa envuelta en un pequeño soplo de aire.
—La felicidad no se mide por días, sino por momentos. Valen más tres suspiros y dos semanas de luz que diez años de discreción".

"—(...) Dices que en la vida no cuentan los momentos en los que respiramos, sino los que nos dejan sin aliento".

"—Es bonita.
—Así era Eileen.
Iba a morir y seguía dominada por el gran amor de su vida. Tenía cincuenta y cinco años y no había olvidado a la persona con la que creyó que viviría para siempre. Por un lado, daba miedo. Por el otro, era maravilloso. El amor por encima del tiempo y la adversidad".

"—¿No la odiaste por dejarte?
—Nunca odies a quien hayas amado, cariño.
—Pero...
—No importa lo que te haya hecho. Ama. Si odias destruyes no sólo tu presente, sino también tu pasado. Y siembras de minas tu futuro, porque sigues viviendo bajo los efectos del resentimiento y la desconfianza".

"«El amor no siempre es como lo soñamos, lo imaginamos o lo esperamos. El amor tiene muchas formas, y es, ante todo, un sentimiento, por más que nos esforcemos en convertirlo en imagen".

"Mis sueños pasan.
Mis esperanzas quedan.
Todo se mueve".

"La luz enciendo.
Oscuridad en quiebra.
Y tú eres real".

"No hay dolor sin amor previo.
Quizás este sea el sentido. Quizás...".

"¿De cuántas formas,
y que parezca cierto,
se dice te amo?".

"Jaula abierta.
¿Dónde has puesto mi amor?
Se nos escapa".

"Haz la maleta.
No te lo lleves todo.
Déjate el alma".

"Todavía con los labios rozándose, ella se lo dijo por primera vez:
—Te quiero.
(...)
—Vaya...
—Sssh... —le impidió hablar.
—Pero...
Volvió a besarle, para cerrarle la boca, para que no dijera nada en ningún sentido.
No quería escucharlo. Lo único que deseaba era sentir el beso, el abrazo, la caricia, y embeberse de su dulzura. Le bastaba con eso ahora que acababa de refrendar con palabras lo que su mente y su corazón sabían desde hacía mucho más tiempo".

"«Cuando alguien le dice a una persona te quiero, todo está dicho», había leído en el diario de su madre".

"—Hasta mañana.
—Hasta mañana —le deseó ella.
—Vuelve a decírmelo.
Y lo hizo.
—Te quiero.
—Otra vez.
—Te quiero.
—Y yo a ti".

"—¿Se lo dirás a tu madre?
—No.
—¿Por qué?
—Es demasiado tarde. Se va. No necesita saber algo tan fuerte.
—¿Y tú eres la que le pedía sinceridad a ella?
—Es distinto.
—Todos vivimos en habitaciones cerradas, ¿te das cuenta?
El comentario de Emilio la atravesó.
Solía decir frases así, ya cuando eran novios. Frases que obligaban a pensar".

"—¿Sabes qué es lo importante en la vida, Cecilia? —no esperó su respuesta—. Tener la oportunidad de vivirla y aprovecharla. Y eso es lo que yo intenté siempre.
Porque la vida es eso, una oportunidad única".

"Mi vida es mía, y soy yo quien decide sobre ella".

"Perdóname mis silencios, no haber confiado en ti hasta el final, pero nací y crecí en un tiempo en el que los secretos, los miedos y las frustraciones te marcaban para siempre.
Esto no es un acto de cobardía y lo sabes. Es una liberación".




Jordi Sierra i Fabra

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