martes, 31 de octubre de 2017

Citas: Coraline - Neil Gaiman


"Coraline descubrió la puerta al poco tiempo de mudarse de casa".

"—Ya ves, Caroline —dijo la señorita Spink, confundiendo el nombre de Coraline—. En nuestra época, la señorita Forcible y yo fuimos actrices famosas. Nos pateamos todos los escenarios, cielo. Oh, no dejes que Hamish coma pastel de frutas o se pasará toda la noche despierto por culpa del estómago.
 —Me llamo Coraline, no Caroline. Coraline —la corrigió la niña".

"—Hola, Coraline —la saludó su padre cuando entró, sin darse la vuelta. 
—Hum —repuso la niña—. Está lloviendo.
 —¿Lloviendo? —replicó su padre—. Está diluviando. 
—No —lo corrigió Coraline—. Sólo está lloviendo. ¿Puedo salir? 
—¿Qué ha dicho tu madre? 
—Ha dicho: «No vas a salir con este tiempo, Coraline Jones.» 
—Pues ya lo sabes".

"Entonces le preguntó a su madre: —¿Adónde conduce esa puerta?
—A ningún sitio, cariño. 
—Tiene que llevar a alguna parte".

"Somos pequeñas pero somos muchas, somos muchas y somos pequeñas, estábamos aquí antes de que llegaras, seguiremos aquí cuando te caigas".

"—Solían mandarme flores al camerino. Montones de flores —afirmó. 
¿Quiénes? —le preguntó Coraline. 
La señorita Spink miró a su alrededor con cautela: primero sobre un hombro y luego sobre el otro, escudriñando la niebla como si pensase que alguien podía estar escuchando. —Los hombres —susurró. A continuación, tiró de los perros, que la siguieron obedientes, y se dirigió hacia la casa  caminando como un pato".

"—Los ratones me han dado un mensaje para ti —murmuró. 
La niña se quedó sin habla.
—El mensaje es el siguiente: «No cruces la puerta.» —Hizo una pausa—. ¿Le encuentras algún significado?
—No —respondió Coraline. 
El viejo se encogió de hombros. —La verdad es que los ratones resultan divertidos. Se equivocan y confunden las cosas. Por ejemplo, no pronuncian bien tu nombre. Se empeñan en llamarte Coraline, no Caroline. No quieren saber nada de Caroline".

"En la niebla había un mundo poblado de fantasmas. ¿Estaría allí el peligro?, se preguntó Coraline para sus adentros. Parecía emocionante, no algo malo, sino todo lo contrario".

"—¿Coraline? —preguntó la mujer—. ¿Eres tú? Entonces se dio la vuelta. Sus ojos eran dos grandes botones negros. —Es hora de comer, Coraline —dijo la mujer.
—¿Quién eres? —quiso saber Coraline.
 —Tu otra madre —contestó la mujer".

"—Te he estado esperando durante mucho tiempo —dijo el otro padre de Coraline. 
—¿A mí? 
—Sí —respondió la otra madre—. Nada era lo mismo sin ti. Pero sabíamos que vendrías algún día, y que entonces seríamos una verdadera familia".

"—No sabía que tenía otra madre —comentó la niña con cautela. 
—Pues claro que sí. Todo el mundo la tiene —explicó la otra madre, cuyos ojos de botones negros centelleaban—".

"—Buenas tardes —la saludó el gato. Parecía que la voz estaba dentro de la cabeza de Coraline y ponía en palabras su pensamiento; pero no era la voz de una niña, sino la de un hombre. 
—Hola —respondió Coraline—. Vi un gato igual que tú en el jardín de mi casa. Debes de ser el otro gato. El gato negó con la cabeza. 
—No —replicó—. No soy el otro. Soy yo. —Ladeó la cabeza y sus ojos verdes centellearon—".

"—Simplemente hablo. —Los gatos de mi casa no hablan. 
—¿No? —se extrañó el animal. 
—No —contestó Coraline. 
El gato saltó con elegancia desde el muro hasta los pies de la niña, y la miró fijamente. 
—Bueno, tú eres la experta en estas cosas —comentó el gato con sequedad—. Al fin y al cabo, ¿qué puedo saber yo? Sólo soy un gato".

"Comenzó a alejarse con la cabeza y la cola muy erguidas, en un gesto de orgullo. 
—Vuelve, por favor —le pidió Coraline—. Lo siento, lo siento de veras. 
El animal se detuvo, se sentó y se dedicó a limpiarse concienzudamente, ignorando la existencia de la niña.
Nosotros..., en fin, podríamos ser amigos, ¿no crees? —añadió. 
También podríamos ser raros ejemplares de una exótica raza de elefantes africanos bailarines —respondió el gato—. Pero no lo somos. Por lo menos —continuó con tono rencoroso, tras clavar una breve mirada en Coraline—, yo no".

"La niña suspiró. —Perdóname, por favor. ¿Cómo te llamas? Mira, yo soy Coraline, ¿vale? 
El gato bostezó cautelosa y prolongadamente, revelando al hacerlo una boca y una lengua de un asombroso color rosa. 
—Los gatos no tenemos nombre. 
—¿No? —dudó Coraline. 
—No —corroboró el gato—. Ustedes, las personas, tienen nombres porque no saben quiénes son. Nosotros sabemos quiénes somos, por eso no necesitamos nombres".

"—Hola —lo saludó Coraline. 
El perro dejó la linterna en el suelo y miró a la niña. —A ver, enséñame la entrada —refunfuñó.
—¿La entrada? 
—Sí, eso es lo que he dicho, la entrada. No tengo todo el día. No puedes ver el espectáculo sin entrada. 
Coraline suspiró.
Pues no tengo —reconoció.
—Ya estamos —se quejó el perro—. Entran aquí por la cara. «¿Dónde está la entrada?» «No tengo.» Esto no puede ser... —Sacudió la cabeza y se encogió de hombros—. Anda, pasa".

"—Bueno, Coraline —dijo la señorita Spink—, ¿cómo te llamas?
 —Coraline —respondió Coraline".

"—Bueno —dijo el otro padre—, ¿te gusta esto?
 —Supongo que sí —repuso Coraline—. Es mucho más interesante que mi casa. 
Entraron en el edificio. 
—Me alegro de que así sea —comentó la otra madre de Coraline—, porque nos encantaría que lo considerases tu hogar. Si quieres, puedes quedarte para siempre".

"—Si decides quedarte —le indicó el otro padre—, sólo hemos de ocuparnos de un pequeño detalle. Entraron en la cocina. Sobre la mesa, en una bandeja de porcelana, había una larga aguja de plata, un carrete de hilo de algodón negro y, para rematar, dos grandes botones del mismo color. 
—Esto no me gusta —dijo Coraline. 
—Oh, pero nosotros te queremos mucho —repuso la otra madre—, y deseamos que te quedes. Sólo es un pequeño detalle. 
—No te dolerá nada —le aseguró el otro padre".

"—Si es eso lo que quieres... —repuso. 
—Sí —afirmó Coraline. 
—Pero pronto volveremos a verte —dijo el otro padre—, cuando regreses. 
Hum —dudó la niña.
—Y entonces estaremos todos juntos como una gran familia feliz —señaló la otra madre—. Por siempre jamás. 
Coraline retrocedió. Dio la vuelta, corrió hacia el salón y abrió la puerta del rincón. La pared de ladrillos no estaba. Sólo había oscuridad, una oscuridad misteriosa y negra como la noche, en la que algo parecía moverse".

"El corazón le latía con tanta fuerza y tan alto que temió que el pecho le estallase. Cerró los ojos para no ver la oscuridad".

"—¿Cómo están tus queridos padres? —le preguntó la señorita Spink. 
—Han desaparecido —respondió Coraline—. No he visto a ninguno de los dos desde ayer. Estoy sola. Supongo que me he convertido en una familia de un solo miembro".

"—En fin —continuó la niña—, el caso es que mi padre regresó al descampado para recuperar sus gafas. Dijo que no se había asustado cuando las avispas lo picaron porque estaba concentrado en ayudarme a escapar: sabía que debía darme tiempo para huir; de lo contrario, las avispas nos habrían atacado a los dos.
(...)
—Y dijo que no había sido valiente quedarse allí para que le picaran las avispas —añadió Coraline—. No fue valiente porque no tenía miedo y además era lo único que podía hacer. Pero regresar después para buscar las gafas, cuando sabía que las avispas estaban allí y se encontraba aterrado... Para eso sí que es necesario tener valor".

"—¿Y por qué es necesario tener valor? —le preguntó el gato con tono de indiferencia. 
—Porque, cuando haces algo a pesar del miedo que sientes —respondió ella—, necesitas tener mucho valor".

"«Debo ser valiente —pensó Coraline—; no, soy valiente»".

"—No me das miedo —dijo Coraline, aunque lo cierto era que estaba muy asustada—. Quiero que vuelvan mis padres. 
Daba la impresión de que los contornos de la realidad se habían difuminado. 
—¿Qué interés tendría yo en hacerles algo a tus padres? Si te han dejado, Coraline, debe de ser porque están cansados o hartos de ti. Pero yo nunca me cansaré de ti, ni te abandonaré. Conmigo estarás segura".

"En lo más íntimo albergaba una pequeña duda, como un gusano que corroe el corazón de una manzana. Alzó la vista y distinguió la expresión de la otra madre: un relámpago de furia crispó su rostro como si se tratase de una tormenta de verano".

"—¿Por qué en este lado no tienen su propia llave? —preguntó Coraline. 
—Sólo hay una llave; igual que sólo hay una puerta —respondió el otro padre".

"—¿Para qué me quiere esa mujer? ¿Por qué desea que me quede con ella? 
—Supongo que quiere amar algo, algo que no sea ella misma. Es como si le apeteciese comer. Es difícil saber lo que sienten las criaturas así".

"Es asombroso el hecho de que una gran parte de nosotros siga inmersa en sueños cuando nos despertamos cada mañana y lo frágil que es ese momento".

"—¿Qué hago ahora? —le preguntó Coraline. 
El otro padre señaló los labios en un gesto que significaba «silencio».
—Bueno, si no quieres hablar conmigo —dijo Coraline—, me voy a explorar.
—Es inútil —repuso el otro padre—. Sólo existe esto, lo que ella hizo: la casa, los alrededores y los que viven aquí. Lo hizo y se dedicó a esperar".

"—Pero ¿cómo es posible alejarse de algo y regresar al mismo tiempo? 
—Resulta fácil. Piensa en alguien que da la vuelta al mundo: parte alejándose de un lugar y al final regresa a él. 
—Entonces, éste es un mundo pequeño —apuntó Coraline. 
—Para ella es suficiente —afirmó el gato—. Las telarañas simplemente deben tener el tamaño adecuado para atrapar moscas".

"La otra madre negó con la cabeza muy lentamente. 
—La ingratitud de una hija es más punzante que el diente de un reptil —afirmó—. Pero el amor puede doblegar al espíritu más altivo. —Y sus largos dedos blancos se agitaron y acariciaron el aire".

"—Estás enferma —afirmó Coraline—. Estás enferma y eres mala y rara. 
—¿Crees que ésa es manera de hablarle a tu madre? —le preguntó la otra madre con la boca llena de escarabajos. 
—Tú no eres mi madre —repuso la niña".

"Coraline sintió que las lágrimas brotaban en su interior, pero las contuvo antes de que se convirtiesen en llanto: respiró profundamente y la sensación de congoja desapareció".

"—¿Está... está viva de verdad? 
—Sí —susurró Coraline. 
—¡Pobrecilla! —exclamó la primera voz. 
—¿Quiénes son? —murmuró Coraline.
 —¡Nombres, nombres, nombres! —dijo otra voz muy remota y perdida—. Los nombres son lo primero que desaparece cuando se extingue el aliento y el corazón deja de latir. Los recuerdos permanecen en nosotros más que los nombres".

"—¿Qué les pasó? —les preguntó Coraline—. ¿Cómo llegaron hasta aquí? 
—Ella nos dejó en este lugar —respondió una voz—. Nos robó el corazón, nos arrebató el alma, se llevó nuestras vidas, nos abandonó en las tinieblas y se olvidó de nosotros".

"—¡Huya! —la apremió la primera voz, que Coraline supuso que pertenecía a una niña—. Huya mientras tenga aire en los pulmones, sangre en las venas y calor en el corazón. Huya antes de que pierda la mente y el alma. 
—No voy a escapar —repuso Coraline—. Ella tiene a mis padres y he venido a recuperarlos. 
—Sí, pero la retendrá aquí mientras los días se convierten en polvo, caen las hojas y los años pasan uno tras otro como el tictac de un reloj".

"—Se apropiará de su vida, de lo que es y de todo lo que le interesa, y le dejará sólo niebla y bruma. Se llevará su alegría. Un día, cuando despierte, no tendrá ni alma ni corazón. Será usted una cáscara, una voluta de humo, y se convertirá en un sueño al despertar o en el recuerdo de algo olvidado. 
—Hueco —susurró la tercera voz—. Hueco, hueco, hueco, hueco, hueco. 
—Debe huir —gimió débilmente la primera voz".

"—Cuando venga a soltarme, ¿por qué no venís conmigo los tres? —susurró.
 —Ojalá pudiéramos —suspiraron sus voces ausentes—, pero tiene nuestros corazones en su poder. Pertenecemos a la oscuridad y a los lugares vacíos. La luz nos marchita y nos abrasa".

"—No pasa nada, Coraline, cariño mío —dijo la otra madre—. Te he sacado del armario. Necesitabas una lección, pero sabemos templar la justicia con la misericordia. Odiamos el pecado, pero amamos al pecador".

"—¿Cómo voy a saber que mantendrás tu palabra? —le preguntó la niña. 
—Lo juro. Lo juro sobre la tumba de mi madre.
—¿Tiene tumba?
—Claro que sí. Yo misma la puse allí, y cuando intentó escabullirse, la volví a enterrar".

"—Yo no quiero tu amor —repuso la niña—. Yo no quiero nada tuyo".

"—Estoy buscando a mis padres —afirmó Coraline—, o al alma robada de uno de los niños. ¿Están aquí? 
—Aquí abajo no hay nada —respondió la lívida criatura confusamente—, nada más que polvo, humedad y olvido".

"Se había hecho a la idea de que la otra madre estaría allí esperando a que saliera, pero el mundo estaba silencioso y vacío".

"Tenemos nervios y ojos,
 tenemos colas y dientes,
 cuando subamos de los infiernos
 obtendrás lo que mereces".

"—Chiquilla —la llamó una voz susurrante desde una habitación lejana. 
—¿Sí? —respondió Coraline. 
«No tengo miedo», se dijo a sí misma. Sabía que si lo pensaba bien no podía tener miedo. Allí no había nada que pudiese asustarla. Todas aquellas cosas (y también las del sótano) eran ilusiones, creaciones de la otra madre, una especie de parodia espantosa de las personas y los objetos reales".

"Coraline suspiró.
—Realmente no lo entiendes, ¿verdad? —repuso—. No quiero tener todo lo que deseo. Nadie lo quiere, no de verdad. ¿Dónde estaría la gracia si tuviese todo lo que quiero? Es eso y nada más, ¿y después qué? 
—No lo entiendo —susurró la voz. 
—Claro que no —dijo Coraline, mirando a través de la piedra agujereada—. Sólo eres una mala copia del anciano excéntrico. 
—Ni siquiera eso —musitó la voz muerta".

"—Creo que una vez te comenté —dijo el felino— que en circunstancias normales no me gustan las ratas. Pero me pareció que necesitabas ayuda. Espero que no te moleste mi intromisión. 
—Me parece... —respondió Coraline, intentando recuperar el aliento—, me parece que... dijiste algo por el estilo".

"La otra madre no podía crear: sólo podía transformar, retorcer y cambiar".

"El gato bajó la cola y la agitó enfadado. Del fondo de su garganta salió un profundo gruñido. Caminó en círculos hasta que se alejó de Coraline, y luego retrocedió de espaldas, muy tieso, pasito a pasito para restregarse contra una de las piernas de la niña. Al acariciarlo, ésta notó los fuertes latidos de su corazón. Estaba temblando como una hoja muerta en medio de una tormenta".

"—Has vuelto —dijo la otra madre con tono de descontento—, y has traído bichos. 
—No —repuso la niña—. He traído a un amigo".

"—Sabes que te quiero —afirmó la otra madre con voz monótona. 
—Pues tienes una forma muy especial de demostrarlo —respondió Coraline".

"—¡No ceda nunca, señorita! ¡Aguante firme! ¡Aguante firme! —susurró una voz dentro de su cabeza".

"Sabía que, si se caía, no podría levantarse. Fuese lo que fuese lo que había en aquel pasillo, era mucho más viejo que la otra madre, y era profundo, y lento, y sabía que ella estaba allí...".

"Se sentó en uno de los incómodos sillones de su abuela, y el gato se arrellanó en su regazo. La luz que entraba por la ventana era la luz del día, la luz real y dorada del atardecer, no un resplandor de  niebla blanca. El cielo era azul como el huevo de un petirrojo, y Coraline vio árboles y, más allá, colinas verdes que se fundían en un horizonte de tonos morados y grises. El cielo nunca le había  parecido tan cielo, y el mundo jamás había sido tan mundo".

"—Me alegro de que todo haya terminado —repuso Coraline. 
¿Fue producto de su imaginación, o una sombra nubló los rostros de los niños? La niña con alas, cuya diadema resplandecía como una estrella, posó los dedos un instante sobre el dorso de la mano de Coraline. 
—Todo ha terminado para nosotros —afirmó—. Ésta es una escala. Desde aquí partiremos hacia tierras desconocidas, y ningún ser vivo sabe qué ocurrirá después... —Se calló. 
—Hay un pero, ¿verdad? —preguntó Coraline—. Puedo sentirlo, como un nubarrón".

"El niño de la cara sucia se levantó y abrazó a Coraline.
 —Que esto le sirva de consuelo —susurró—. Está usted viva. Está viva de verdad".

"Le habían dicho una vez que si se mira el cielo desde el pozo de una mina, se ve un firmamento nocturno plagado de estrellas, aunque sea de día y reine la luz. La niña se preguntó si la mano vería estrellas desde allí abajo".

"—Los ratones dicen que todo está bien —comentó—. Dicen que eres nuestra salvadora, Caroline. 
—Me llamo Coraline, señor Bobo —lo corrigió ella—. Caroline no. Coraline.
—Coraline. —El señor Bobo repitió el nombre con asombro y respeto—. Muy bien, Coraline. Los ratones me han encargado que te diga que cuando estén preparados para tocar en público, tienes que subir y ser su primera espectadora. Van a tocar «tumpi, tumpi» y «turururu», y a bailar y a hacer un montón de trucos. Eso es lo que dicen.
 —Me encantaría verlos cuando estén listos —respondió Coraline".




Neil Gaiman

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